domingo, mayo 21, 2006

Toros

"Curioso mundo el que nos ha tocado vivir, a casi todas las horas del día. El hombre mata en nombre del arte y de cualquier cosa. Suprimir una vida con el único respaldo intelectual del derecho que da poder hacerlo, sin que nada lo impida, ni la ley, ni el vecino, es de una miseria humana inconmensurable, aterradora." Eduardo Lamazón

Siempre intento buscar palabras con las que expresar una idea, las expuestas arriba reflejan con la precisión de un bisturi, de manera fria y concisa, las consecuencias de la "fiesta" de los toros.

Me vuelvo a plantear lo lento que es el ser humano, mejor dicho la sociedad que forman los seres humanos, en evolucionar en costumbres y pensamientos.

El hecho de que en los toros existe tortura creo que es algo que ni los pro-taurinos pueden discutir. Si partimos de ese hecho aberrantemente obvio, ¿por qué siguen existiendo las corridas de toros? Permitanme exponer alguno de los argumentos tranquilizadores de conciencias que suelo escuchar cuando hablo de este tema:

  • 1) Porque si no la raza del toro desapareceria: ¿montamos un espectáculo parecido con los osos panda de tal forma que su cria sea rentable y asi evitamos su desaparición? Difícil justificación, no veo claro ese porque. Si realmente, entre los que utilizan esta justificación para la existencia de los toros, hay amantes de la estampa del toro y su belleza, ¿permitirian su desaparición si dejaran de ser rentables por la prohibición de las corridas? Curioso amor si así fuera.


  • 2) Tradición y arte: esta no es que no la vea clara, no me vale. En USA existia una tradición exclavista que la fuerza de la razón obligo a abolir. En los paises en que está arraigada la ablación del clítoris femenino la tradición será más ancestral y su ceremonia seguro que tiene su boato, ¿es por ello justificable? ¿Era la caza del zorro en Inglaterra menos tradicional? esto lo pregunto porque no lo se.


  • 3) Los toros viven una vida privilegiada: También los gladiadores la tenían...


  • Son tantas la evidencias que la discusión da pereza y sólo cabe esperar a que la cordura se imponga, pero hay veces que la espera ante actos tan flagrantes se hace infinita.